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domingo, 3 de febrero de 2013

ESPEJO, ESPEJITO MÁGICO

Heme aquí ante el espejo: chica bien parecida, treinta y cinco años, posición acomodada, buena familia, culta, buen trabajo… pero soltera y entera. Bueno no tan entera que mis vergüenzas eran verdes y se las comió un pollino. Y pensar que desperdicie siete maravillosos años de mi vida con semejante ejemplar. La verdad es que se me han quitado las ganas de comenzar una nueva relación formal… no voy a engañarme ni informal tampoco. Y no es que los que me rodean no me machaquen siempre con lo mismo.

Mi abueli sin ir más lejos no hay vez que vaya a visitarla que no me atormente con su cantinela: “Carmina, nena te tienes que dar prisa que se te va a pasar el arroz, y no quiero morirme sin conocer al menos a un par de biznietos. Mira niña que dejar a Jonatan con lo buen muchacho y el buen partido que era”.

Y yo a callar, ¿niños? ¿Quién quiere niños? Esas cositas blandas y babeantes. En cuanto a lo segundo de dejar al buen partido está claro dejé al Jonatan porque me la pegó con la vecina del 3º A, afamada pilingui reconocida en todo el barrio, y no es que yo no sea una mujer comprensiva y moderna, lo soy, que mi Jonatan era muy fogoso y no pudo soportar mi ausencia durante los quince días de vacaciones en Niza, que tan gentilmente pagó mi papi. Es comprensible, o sea, que yo puedo perdonar un desliz, y de hecho le hubiese perdonado si la susodicha no hubiese aporreado mi puerta a las tantas de la madrugada reclamándome su sueldo, que mi querido Jonatan no le pagó haciéndose el gallito. Eso no es ni medianamente tolerable, vamos una cosa es que te pongan los cuernos y otra que la mitad del vecindario nos tachen de morosos. Total que esa misma noche mi amado novio y más amado porvenir se vio de patitas en la calle maletas en mano. Pero esta historia no se la puedo contar a mi yaya que la pobre se me infarta del disgusto y no es plan, ¡con lo que quiero yo a mi abueli!

Tampoco se lo he contado a mamuchi, total la pobre bastante tiene con su dieta vegetariana recomendada por su corte de amigas menopáusicas, que como tienen mucha experiencia en estos temas le dicen que la menopausia engorda, pero si mis cuentas no me fallan, creo que todas estas señoras ya pasaron por eso hace más de una década. ¡Pobre mamuchi se me puede ahogar con un trozo de lechuga!

Ni siquiera lo sabe mi amiga Marga, que para todos los efectos me sirve de paño de lágrimas. La pobre no entiende mi apatía y mis pocas ganas de salir y de arreglarme: “Carmina, nena, te tienes que espabilar que así no puedes estar… o sea mona ya me dirás como puedes pasarte los días del trabajo a casa y de casa al trabajo. Entiendo por lo que estás pasando una ruptura es lo que tiene, y más una relación tan larga que te dejó tanto tiempo fuera de circulación, pero nena, la vida sigue. Mírame a mi primero rompí con Chemari, luego con Borja, después fue con... ¿Chechu o con Juanfran? ¡Bah! no me acuerdo, da igual. Bonita si yo me tomase las cosas como tú ya estaría como poco de priora en un monasterio o convento, o como quieran llamarse esos sitios donde no lo “catan“. Y no puede ser hay que dar una alegría al cuerpo y hombres hay a montones nena, como los moscones hay cantidad y variedad. Así que arriba las faldas y abajo la depre. Nena que tú aún puedes, aunque no te lo pienses mucho que ya estamos en esa edad en la que dentro de nada ya se empieza a caer todo, la gravedad es lo que tiene. “Hijamujer“, que por que él único hombre de tu vida haya salido defectuoso de fábrica no se acaba el mundo ¿te vas a conformar con el primer caramelo que has probado en la vida?

Ainss no sé si Marga me comprendería mejor si supiese toda verdad, pero ¡que coño! Es verdad, no me voy a pasar llorando lo que me queda de juventud. Lo mismo tiene razón y hay un montón de hombres esperándome.

Minifalda de cuero Armani al poder, creo que de colorete y rimel voy bien servida, espero que el maquillaje no haya caducado. Se me olvidó preguntar a mamuchi si eso también tiene fecha de caducidad como los yogures, ella es tan dada a leer todas las etiquetas de los envases, creo que eso y una novela de Corin Tellado es a lo que alcanza su curriculum lector. Pero pobrecita mía que la voy a reprochar yo si ni siquiera llego a eso desde que dejé la facultad.

Ahora a llamar a Marga que me lleve a ese bar de copas que está tan de moda: “¡¡Carmina, esta noche triunfas, estas divina de la muerte y te van a llover hombres!!”.

FIN

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